Deberíamos o no, hablar con Manini Ríos

Sobre si hablar, o no hablar, con Manini Ríos.

 

El Plenario Federal de AFFUR del 06/09/2023 aprobó poner a consideración el tratamiento de si AFFUR debía mantener, o no, reuniones con represores como el ex general Guido Manini Ríos. Esta discusión surgió en el marco de las reuniones con parlamentarios que habitualmente suceden en las épocas de discusión de las leyes presupuestales o de rendición de cuentas y, como sabemos, Manini es el senador líder del partido Cabildo Abierto. Aunque la Intergremial Universitaria finalmente no se reunió con Cabildo Abierto, el tema de cómo proceder en el futuro se agendó para discutir en AFFUR.

En este sentido es que, aportando a ese debate, queremos compartir con la comunidad de AFFUR las siguientes reflexiones:

 

1. ¿Qué concepción de derechos humanos suscribimos?

Cuando recordamos a los compañeros/as desaparecidos o fallecidos luchando, como por ejemplo los 20 de mayo o los 14 de agosto, o en cualquier otro homenaje, lo que deberíamos hacer es renovar nuestro compromiso con las luchas actuales. Dichos homenajes no deberían limitarse a rituales luctuosos, vacíos, resignados, ofrendas a un pasado de lucha que no volverá.

Como dice la “Milonga del fusilado”, de Carlos María Gutiérrez:

Y sepan que solo muero
Si ustedes van aflojando
Porque el que murió peleando
Vive en cada compañero

Hay una concepción de DD.HH. que pareciera que reduce la lucha por los DD.HH. a un homenaje al pasado, a algo que pasó allá y entonces, pero que no se relaciona con el aquí y ahora.

Sin embargo, nosotros creemos que el homenaje a nuestros/as mártires no debe reducirse a una fría placa de mármol, al nombre de una calle o una plaza, ni tampoco a una marcha una vez al año, más allá de que todos estos hechos simbólicos son imprescindibles porque reivindican la memoria. Pero estos símbolos deben ser un medio para un fin, no un fin en sí mismos. El verdadero fin es continuar la lucha, la revolución, la rebeldía ante la injusticia. Como decía el Che: “Sean siempre capaces de sentir, en lo más hondo, cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario”

Decía Ali Primera:

Los que mueren por la vida
No pueden llamarse muertos…
No es tiempo de recular
Ni de vivir de leyendas

Hoy por hoy, rebelarse contra el terrorismo de Estado es rebelarse contra las injusticias actuales. En las cárceles uruguayas de hoy en día se siguen violando los derechos humanos y persisten las torturas, reconocidas incluso por los relatores internacionales de DD.HH.. En plena democracia, los pobres siguen siendo pobres y en muchos casos indigentes, mientas las multinacionales se continúan enriqueciendo rapiñando nuestros recursos naturales, sin que estructuralmente haya cambiado nada en nuestra economía nacional desde la época de la colonia española.

Y en la Udelar, en nuestro propio ámbito laboral, campea el terrorismo de Estado en la sutil, pero perversamente destructora, forma de imparable epidemia de acoso laboral, sin que desde los sindicatos podamos hacer algo efectivo para detenerla, y ni siquiera tomamos plena conciencia de la dimensión del problema.

Es más, a la interna de los propios ámbitos sindicales, hemos naturalizado el destrato a los compañeros/as, sin que los reiterados llamados al respeto y la cordura tengan mayores efectos. Muchas discusiones ya no son políticas, lo cual sería muy sano, ya que siempre es saludable la diversidad de opiniones. Muchas discusiones han degradado en meros ataques personales, las argumentaciones son simplemente ad hominem.

Todo esto además se ha expandido con la virtualidad. A partir de la pandemia de COVID 19 explotó el uso de las redes sociales en el trabajo sindical, lo cual fue un gran catalizador para un mayor deterioro de los vínculos interpersonales, ya que creó nuevos instrumentos para agredir compañeros/as, ahora desde la impunidad de la distancia.

Todos/as nos quejamos de este aumento de la violencia, pero solo para echarle la culpa al otro/a, y nunca para asumir nuestro propio rol en el problema. La autocrítica pasó de moda.

Este asunto, aunque no lo parezca, también es un serio problema de concepción de derechos humanos, porque el triunfo del individualismo ha hecho perder el sentido del concepto “sindicato”, nos ha hecho perder el rumbo del para qué, y el significado de la palabra “compañero/a”.

 

2. ¿Quién es Guido Manini Ríos?

Aunque parezca una obviedad, esta pregunta resulta fundamental, y no parece claro que todos/as lo tengamos claro, valga la redundancia.

¿Por qué AFFUR no debería hablar con Cabildo Abierto, pero sí lo podría hacer con otros partidos políticos?

Quizás resulte más fácil explicar por qué no hablar con Cabildo Abierto, que explicar por qué podemos hablar con otros partidos, que también son responsables de los crímenes más horrendos que nos podamos imaginar. De hecho, la verdad histórica indica que quien dio el último golpe de Estado, en conjunto con los militares, fue un Presidente de la República electo por el Partido Colorado, Juan María Bordaberri. Algunos ilustres senadores del Partido Colorado participaron en el Consejo de Estado de la dictadura, como el ex senador Pablo Millor.

Ahora bien, Guido Manini Ríos es descendiente de una familia con rancio abolengo en el Uruguay. Su abuelo fue senador por el Partido Colorado en la época de la presidencia de José Batlle y Ordoñez. Su tío también fue senador y ministro de los presidentes Pacheco Areco y Sanguinetti, además de ser embajador en la última dictadura militar.

Otra perlita familiar es que su hermano estuvo integrado en la Juventud Uruguaya de Pie, una organización anticomunista de los años 70, tristemente célebre.

Guido Manini ingresó al Liceo Militar en 1973, se graduó de alférez en 1978, y a partir de ahí desarrolló su carrera militar, en plena dictadura. Pertenece a la logia militar secreta “Tenientes de Artigas”.

Ascendió a los grados de teniente coronel en 1999 y coronel en el 2003, y fue promovido a General en el año 2011, por el Gobierno del Frente Amplio.

El 02 de febrero de 2015 es designado por el Presidente José Mujica como Comandante en Jefe del Ejército. Debemos resaltar que este es un cargo de confianza política del Gobierno.

Guido Manini tuvo un estrecho vínculo con el ex Ministro de Defensa, y ex tupamaro, Eleuterio Fernández Huidobro. De hecho, ambos fueron denunciados por organizaciones de DD.HH. por ocultar y no colaborar en la búsqueda de los restos de los detenidos desaparecidos.

En la elegía que realizó Manini Ríos, en el sepelio de Fernández Huidobro, el general expresó: “Creo sinceramente que quienes vestimos el uniforme de las instituciones armadas de la República le debemos un sincero homenaje a don Eleuterio Fernández Huidobro”.

Y ciertamente tenía motivos para tan efusivas palabras, ya que su propia carrera militar se consagró gracias al apoyo de Fernández Huidobro.

Es ciertamente curiosa la vida de Fernández Huidobro: comenzó su vida política alzándose en armas contra las instituciones, en su etapa de guerrillero tupamaro, enfrentando al ejército, y la culminó siendo velado en el Ministerio de Defensa Nacional, rodeado y elogiado por las mismas instituciones castrenses que antes había combatido.

Previamente Huidobro había sido el adalid de la lucha contra la anulación de la ley de Caducidad, procurando la impunidad para los asesinos y torturadores de la dictadura. No debemos olvidar que de ese mismo proceso de impunidad surgió Fernández Huidobro como Ministro de Defensa, y Guido Manini Ríos como Comandante en Jefe del Ejército. Todo ello en el Gobierno del Frente Amplio, que a pesar de tener mayoría parlamentaria propia, no puso los votos necesarios para anular la ley de Caducidad.

En suma, y más allá de que Manini terminara su carrera militar siendo destituido por el presidente Tabaré Vázquez en 2019, la verdad histórica expresa que quien lo aupó en su carrera castrense, y lo impuso en el cargo de confianza política de Comandante en Jefe del Ejército, fue un gobierno de Frente Amplio.

No podemos saber exactamente lo que hizo Guido Manini Ríos durante la dictadura, pero sabemos el rol que jugó en democracia, durante su carrera militar, y el rol que desempeña actualmente, en su reciente carrera parlamentaria.

 

3. ¿Hablar, o no hablar, con Manini?

A esta altura del análisis podemos pensar que esta pregunta no está del todo bien formulada, o por lo menos está incompleta.

Hablar o no hablar con alguien, en el fondo, parece ser un problema táctico, pero no estratégico ni de principios.

Por ejemplo, en un determinado contexto, para un preso, puede ser un logro poder hablar con su carcelero, y en otro contexto, puede ser un logro evitar hablar con él. Todo depende del contexto.

¿Qué es lo que AFFUR querría significar, remarcar, o visibilizar, con su decisión de no hablar con Manini? Responder a esta pregunta es estratégico, porque si no lo tenemos claro, la decisión que se tome no tendrá mayores efectos políticos.

Pero incluso una misma decisión puede tener connotaciones diferentes, si no es bien explicada. Por ejemplo: se puede decidir no hablar con Manini, y ello puede tener dos sentidos contrapuestos:

a) Un sentido emocional e irreflexivo: nos alejamos de Manini porque consideramos a Manini como lo malo, lo peligroso, lo que hay que evitar.

Esta línea de pensamiento-sentimiento no deja ser cierta y válida, porque efectivamente Manini representa y es cómplice de los represores, asesinos y torturadores de la dictadura. Eso es algo muy obvio y evidente.

Sin embargo, cuando hablamos de Manini Ríos no nos referimos, principalmente, al alférez de la época de la dictadura, sino al General y al Comandante en Jefe del Ejército de la reciente época de la democracia, designado por el Gobierno del Frente Amplio y con estrecha vinculación política con el ex ministro Fernández Huidobro. Nos referimos al Manini que trabajó, y trabaja, por la impunidad de los crímenes de la dictadura, en plena democracia. Pero Manini no trabaja solo en este tema, sino junto a muchos políticos de todos los partidos, como hemos venido señalando.

Si analizamos el último hecho que involucra a Manini como militar en servicio, tenemos el episodio del tribunal de honor de las fuerzas armadas realizado a los militares “pajarito” Silveira, Gavazzo y Maurente. Allí se revelaron confesiones de crímenes aberrantes que sin embargo se quisieron ocultar, y cuyas responsabilidades no quedaron claras, al respecto de si el Ministerio de Defensa y la Presidencia de la República (Tabaré Vázquez) habían sido informados, o no, de estos hechos. Todo muy confuso. Quizás debamos esperar años para que la verdad finalmente salga a la luz pública.

Como decíamos, si el sentido de no hablar con Manini es para establecer una especie de cordón sanitario sobre la figura de Manini, que sirva simbólicamente para depositar en él toda la maldad y la responsabilidad de los hechos, librando de responsabilidad al entorno político que llevó al propio Manini a la Jefatura del Ejército, entonces, con esa visión, no podemos estar de acuerdo. Porque ese cordón sanitario sobre la figura de Manini es totalmente funcional a la cultura de la impunidad, y funciona para desviar la atención de los otros personajes que colaboraron con Manini en la infame tarea de perpetuar la impunidad.

b) Un sentido reflexivo y comprehensivo: nos alejamos de Manini porque no queremos ser cómplices de esa alianza entre la clase política y el sector militar que defiende a los represores de la dictadura.

Si el rechazo a reunirse con Manini se suma a la denuncia a los políticos que gestaron el fenómeno Manini, los cuales integran los partidos tradicionales (porque Cabildo Abierto es aliado político de blancos y colorados en la coalición multicolor) pero también al Frente Amplio (porque en sus gobiernos se le otorgó el cargo de confianza política de Jefe del Ejército, y porque es evidente que se estableció una alianza con los militares para asegurar la impunidad, del cual Fernández Huidobro fue un nexo), entonces ahí estaremos mucho más cerca de la verdad histórica y estaremos siendo coherentes con una clara línea de lucha por los DD.HH.

 

4. Epílogo

Para terminar, quiero mencionar una reflexión que siempre me impresionó mucho, y que es una carta fechada el 08 de octubre de 2005, que el tambero Zabalza (tupamaro, fallecido en 2022), le escribe a Fernández Huidobro (ex tupamaro, que no sabemos cuando se dio vuelta, fallecido en 2016), titulada: ¿Pa’ qué diablos sobrevivimos, Ñato?

“Decía el Che Guevara que en una revolución, cuando es verdadera, se triunfa o se muere. ¡Y vaya si la tupamara fue verdadera! ¡Vaya si se daba la vida entera! Pero nosotros ni triunfamos ni morimos, sobrevivimos a gatas y eso, en algunos casos, ha sido una lástima, porque se podía haber quedado como recuerdo entrañable y en cambio, al seguir viviendo, siempre se está a tiempo de mandarse alguna gran macana.

Hay viejos tupas, ustedes entre ellos, que ya no hacen política tupamara, esto es, política con un horizonte insurreccional, como el que alumbraron los soles de los 60, pero también las lunas primaverales a la salida de la dictadura.

Clandestina o en la legalidad, con armas o sin ellas, en los 70 o en los 90, juntos hicimos política en serio, política para transformarnos en mujeres y hombres con valores e ideas revolucionarias, para transformar la sociedad actual en otra, sin clases y sin Estado.

Después, al perder el horizonte revolucionario, ustedes se han vuelto «operadores políticos». Hacen política sin horizonte transformador, política para medrar en el sistema. Aceptan como algo inevitable -«es lo que hay, Valor»- la dominación de clases y la explotación capitalista. Aceptan vergonzosamente, la dependencia del imperio en lo económico y militar. Anoche mismo ¡Votaron la operación UNITAS y el refuerzo de las tropas en Haití! ¿Votarán ahora el Tratado Bilateral de Inversiones?

¿Para qué sobrevivimos, entonces? ¿Para hacer política virtual en la televisión? Política mediática que ni siquiera roza la estructura del poder económico. Es la política de «como te digo una cosa, te digo la otra». Como aseguro en un 99,99 por ciento que es cierto que los restos de María Claudia están en el 14, a los pocos días afirmo que esos informes, a cuya veracidad me jugué, no son los definitivos y me vuelco, iracundo, contra los informantes, a quienes debía haber supuesto mentirosos.

Mentían cuando negaban que en Uruguay hubiera presos políticos y desaparecidos. Mintieron en el asesinato del chileno Berríos. Mienten y siguen impunes los asesinos de Morroni y Facal. Mintieron en la Comisión para la Paz y mientras sigan encontrando crédulos bobalicones… ¿por qué habrían de dejar de mentir ahora?

Política virtual y mediática donde viejos revolucionarios tupamaros aparecen como garantía de las viejas instituciones del sistema sin percibir que, al ser incapaz, no digo de eliminar, sino al menos achicar, la brecha de desigualdad e injusticia sociales, esta democracia se va agotando por sí misma. De puro inoperante, nomás.

Y ustedes le están saliendo de garantía a eso, a una democracia chueca, sin contenido de pueblo asalariado, que sólo es instrumento para profundizar la dependencia de los organismos financieros internacionales.
El FMI y los acreedores definen la política económica, el presupuesto nacional y, en definitiva, hasta el proyecto de país que lleva adelante el gobierno progresista. El mismo modelo que todo un pueblo rechazó el 31 de octubre de 2004. No sólo en el tema del agua están desconociendo la voluntad popular. ¿Qué clase de democracia es ésta?

¿Soberanía nacional? ¿Uruguay productivo? ¿Por qué no han tenido voluntad suficiente para impulsar el proyecto de independencia económica y política? Por lo menos algo parecido a lo de Venezuela. Déjense de prometer cosas que no van a cumplir y de hacer demagogia al peor estilo del Uruguay Batllista del siglo XX. Están haciendo exactamente lo mismo que hacían aquellos políticos burgueses, los que despertaron la indignación de Raúl Sendic y los tupamaros primigenios.

En materia de derechos humanos, los tantos van quedando claros y también el papel tuyo en la jugada. El Pepe se abraza con el botón que lo baleó, y eso es grave, pero es peor aún lo tuyo y lo del Ratón Rosadilla al abrir los brazos a cuanto uniforme se les cruza, se están abrazando, seguramente, con algunos de los asesinos de compañeros y compañeras.
En lugar de avanzar hacia la justicia se dan pasos que consolidan la impunidad. Se votan ascensos, como el de Dalmao, que no se consentían antes, cuando se era oposición parlamentaria. Se mantiene en los mandos policiales a gente como Rolán y Navas. Se soporta que Moller, un fiscal comprometido con la impunidad, frene impunemente las investigaciones en marcha. Hay que destituirlo, como a Bonelli del comando de la fuerza aérea, confeso culpable de ser copiloto en el primer vuelo de Orletti y sospechoso de haber piloteado algún otro vuelo de la muerte.

Hay que anular la ley de caducidad para que la investigación se realice de forma independiente, bajo control de las organizaciones que luchan por los derechos humanos o, por la vía de los hechos se está consintiendo la instalación de una nueva mentira, que «sobrevuela o subyace» al jueguito de la mosqueta que la gente está siguiendo por la televisión.

Mientras se continúe investigando en el marco de la ley de impunidad y en base a las mentiras de los criminales, descubrir la verdad sería otra que un milagro. La confianza en que los culpables contribuirán en el proceso de investigación… sólo puede ser producto de una ingenuidad mayúscula o de una maldad imperdonable. No es cuestión de perdonar, Ñato. ¿Quién puede ser tan temerario de arrogarse la potestad de perdonar desapariciones forzosas, violaciones y torturas?

Tampoco es cuestión de desligarse de toda responsabilidad y hacer caer sobre las endebles espaldas de los familiares de desaparecidos el peso de la lucha por verdad y justicia. Hay que ser muy caradura para pasarles a los familiares semejante tarea. Caradura y tener el corazón ganado por la impunidad. Caradura y tener la voluntad quebrada por el temor. Sería la salida más pragmática y facilonga para dejar todo como está.

Simplemente es cuestión de justicia. Y nada más que justicia. Cada día más, mentira a mentira, crece la necesidad de castigo. Claro que inválido, castrado y amarillo, el Poder Judicial administra la impunidad de los militares en lugar de hacer justicia. Pero vos bien sabés, Ñato, que los pueblos oprimidos no olvidan ni perdonan. Que la historia enseña como, a la corta o a larga, habrá justicia para todos, sea de la manera que fuere, porque no hay punto final en una sociedad de clases y la página que se quiere cerrar, más tarde o más temprano, siempre volverá a abrirse.

Consintiendo la impunidad… ¿en qué filosofía política están educando a la juventud?, ¿En creer que la mentira es un ingrediente natural de la vida política y social?, ¿en la lógica de la existencia de dos justicias, una para la guardia pretoriana y otra para los plebeyos? Dejar a hijos y nietos un Uruguay santuario de criminales, es traspasarles la responsabilidad de dar la batalla que no estás dando y es, además, una cobardía mayúscula que reniega de la historia heroica de las compañeras y compañeros. Es peor que la maldición de Malinche.

Además, vos sabés que el obvio objetivo que sustenta la Impunidad, es mantener el brazo armado en condiciones de amedrentar y disuadir. Al consentirlo hay viejos guerrilleros que están contribuyendo a crear esa subjetividad de temores que abre las puertas a la tutela, nuevos desmanes militares y la dictadura.

No olvidar que, ayer como hoy, la doctrina de guerra de las FFAA no es la defensa del territorio nacional a las órdenes del presidente de la república. Su verdadero comandante en jefe es el Pentágono, que las emplea para la estrategia de dominación mundial, destinándolas al Congo y Haití para liberar los «marines» que necesita en Afganistán e Irak.

A no equivocarse. A no repetir la película de Salvador Allende pidiendo apoyo a Pinochet para derrotar el golpe de Estado. Las Fuerzas Armadas aquí, y donde sea, siguen siendo la columna vertebral del poder económico y político de los dueños del capital y del imperialismo. Son tan ajenas al pueblo asalariado como lo fueron en los años setenta, cuando secuestraban niños y desaparecían gente.

¡Cómo quebraste la vieja fraternidad, Ñato!… Pensar que en aquellos años no fuiste tan pragmático como en los actuales, que sabías de concepciones y estrategias revolucionarias; que, vos y los otros viejos nos convocaron a dar vuelta la tortilla, no a esta miseria política que hoy protagonizás. ¿Te acordás cómo te escribiste los documentos históricos del MLN, los que inflamaban corazones e impulsaban a emprender grandes hazañas? ¿Te acordás cuando hiciste el Plan Cacao? ¿Y el Satán? ¡Cuántos estábamos dispuestos a dar la vida para preservar la tuya y la de los viejos!

¿Se dan cuenta del montón de los convocados, que tomaron los fierros para ofrendar la vida? ¿Olvidaron a Carlitos Rodríguez Ducós?, ¿al Percherón Clavijo?, ¿y al Hugo Candán y al Caudillo Lerena? ¿y a los caídos en Pando? ¿Ustedes creen que se jugaron para que el pueblo uruguayo recibiera los mendrugos que quedan después de pagar los servicios de la Deuda Externa?

Podrán convencer a los televidentes de la política que este Uruguay progresista tiene algo que ver con aquella patria para todos o para nadie de los tupamaros. Pero a nosotros, no. Los viejos testigos de los años tupamaros, los que no perdimos el horizonte insurreccional, seguimos sintiendo la responsabilidad de continuar aquella lucha por un poder revolucionario del pueblo, por una producción gestionada por los productores libremente asociados y un país independiente de toda dependencia. Algún día, estoy seguro compañeros, ¡habrá patria para todos o para nadie!

 

Tambero
8 de octubre de 2005